Tengo tanto miedo a la soledad. A echar en falta el cariño de los míos. A que nadie me necesite. A que no me des los buenos días ni me des ese beso en la frente que tanto me gusta.
Creo que es algo que nos pasa a todos.
A veces nos gusta estar solos por un rato, para pensar y despejar dudas; pero ¿y si fuera para siempre? Sin nadie a quien felicitar en el día de su cumpleaños. Ni siquiera darle un regalo por Navidad. Ni llamarle cuando estás triste.
Me da pánico. Y al pensarlo, por mi cuerpo recorre un escalofrío. Igual de helado como cuando estés por la calle en invierno y no tengas a nadie que te caliente esas manos tan frías.
Ya no tendrás a nadie con quien compartir esa manta que tantas discusiones tontas ha dado. “Pero si tú la tienes toda, mira qué poco trozo me has dejado”-decía.
Y es ahí cuando te sentirás solo.
Por eso tienes que saber apreciar el calor de los tuyos.
Un simple abrazo, un beso e incluso una mirada, te recuerdan que no estás solo. Que están ahí.
Y tú formas parte de su corazón.
Creo que es algo que nos pasa a todos.
A veces nos gusta estar solos por un rato, para pensar y despejar dudas; pero ¿y si fuera para siempre? Sin nadie a quien felicitar en el día de su cumpleaños. Ni siquiera darle un regalo por Navidad. Ni llamarle cuando estás triste.
Me da pánico. Y al pensarlo, por mi cuerpo recorre un escalofrío. Igual de helado como cuando estés por la calle en invierno y no tengas a nadie que te caliente esas manos tan frías.
Ya no tendrás a nadie con quien compartir esa manta que tantas discusiones tontas ha dado. “Pero si tú la tienes toda, mira qué poco trozo me has dejado”-decía.
Y es ahí cuando te sentirás solo.
Por eso tienes que saber apreciar el calor de los tuyos.
Un simple abrazo, un beso e incluso una mirada, te recuerdan que no estás solo. Que están ahí.
Y tú formas parte de su corazón.
Elena Alonso.
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